divendres, 10 de desembre del 2010

Día Internacional de los derechos humanos: Realidades, paradojas y desnudeces

La conmemoración este 10 de diciembre del Día Internacional de los Derechos
Humanos, sobre la base de la Declaración Universal aprobada por la Asamblea
General de Naciones Unidas en 1948, muestra en la actualidad realidades, paradojas
y desnudeces dignas de ser observadas para aprender y sacar conclusiones propias,
sin que nadie se meta en su cabeza para persuadirlo de que Superratón es campeón
universal de derechos ratoniles y la Caperucita roja es una feminista endemoniada
porque se comió al lobo feroz inspirada en la rebelión de los Siete enanitos contra la
revolución de Blanca Nieves.

Retornemos a la realidad: Son 30 artículos contentivos, en síntesis, de principios éticos
y libertades individuales fundamentales de las personas y la vida en sociedad, que han
de ser respetados por estados y gobiernos.

Los dos pilares básicos de esa Declaración universal de Derechos Humanos son libertad
e igualdad sin exclusiones.

Pero desde su proclamación y aceptación vinculante, esos textos han sido objeto
de manipulación por quienes ejercen el verdadero poder en naciones como la
estadounidense, sin dudas la más poderosa, armada y conspiradora que ha conocido
la humanidad, practicante contemporánea de doble moral antiterrorista por obra y
gracia de sucesos muy conocidos por quienes los padecen, y ocultados por la gran
prensa servil, pero de los que los gobernantes norteamericanos no pueden evadir
responsabilidad, como la de amparar a vulgares criminales en el sur de la Florida, de
nombres tan publicitados como Luis Posada Carriles y Orlando Bosh Ávila, y mantener
encarcelados a cinco seres humanos, los cubanos Gerardo Hernández, René González,
Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, por supuestos delitos
de denunciar precisamente los planes terroristas de las organizaciones que en suelo
norteamericano siguen disfrutando del beatífico privilegio de ejercer el mal autorizadas
bajo amparo estatal, aberración que ha de pasar a la historia del siglo XXI como
despreciable práctica de prevaricación y cohecho.

Sucede, además, en esta conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que las instituciones estatales norteamericanas se siguen arrogando la
facultad de pretender calificar, juzgar y sancionar a naciones que no se pliegan a sus
intereses hegemónicos para falsamente tildarlas de violadoras de los derechos humanos,
imponerles sanciones, y hasta invadirlas y masacrar a sus ciudadanos.

Ejemplo actual de ese genocidio son Irak y Afganistán. Consecuencia de esas acciones
son las ciudades arrasadas, el petróleo saqueado, los cientos de millares de hombres
mujeres, niños y ancianos aplastados, quemados, destrozados, humillados, violados,
escupidos, golpeados y reducidos a la condición de gusanos por parte de la potencia
mundial que les niega el más mínimo de sus derechos humanos: existir.

Ejemplos actuales de variadas acciones agresivas son Cuba, Venezuela, Bolivia,
Ecuador y Nicaragua, entre otras naciones que luchan por la plena justicia social sin

admitir ingerencias foráneas, a las que les niegan la potestad soberana de construir
sus propias sociedades, deshacerse del hambre, el analfabetismo, la explotación, la
humillación y la colonización y ejercer sus derechos originarios, primitivos, naturales,
humanos en fin.

Ejemplo reciente de confabulación dictatorial fue Honduras, donde los militares,
disfrazados de halcones negros y supermanes enviados en misiones ocultas a la luz
pública, sacaron a un presidente constitucional de su casa, lo montaron en un avión y
lo mandaron a volar, mientras por sus santos bemoles cumplían ocultas, disfrazadas y
hasta risibles orientaciones de hegemónicos personeros vestidos con ropajes de goriletis,
mientras en la Casa Blanca la dama ejecutiva se hacía de la vista gorda en tiempos de
WikiLeaks. Pero hoy, en Internet globalizada, la información, por obra y gracias de
artes y mañas aún sin descifrar del todo, afloran mentiras, enderezan dobleces y la gente
asiste, admirada, al espectáculo en tiempo verídico de la ficción convertida en realidad.

No existe una sola nación en este Planeta sobre la cual EE.UU. no haya ejercido y siga
ejerciendo su monitoreo injerencista como parte de la gran conspiración para seguir
regenteando a su antojo, sin hablar de los dólares que navegan haciendo agua por los
bolsillos del mundo.

La gran paradoja es que Estados Unidos se desnuda con sus propias mentiras como
arquetipo de inmoralidad. Su sistema de gobierno ha sido incapaz de garantizar
asistencia médica, educacional y sobrevivencia a decenas de millones de sus propios
ciudadanos.

Son realidades, paradojas y desnudeces que ocultan deliberadamente la gran prensa al
servicio de la oligarquía imperial. Pero cada vez más se tornan visibles para las naciones
empeñadas en avanzar por la senda de integración y pleno respeto a la vida del ser
humano y a sus derechos todos.

Ahí están los enunciados de la Declaración de Derechos Humanos. Tan verídicos como
ellos es que la mentira tiene piernas cortas y más pronto se alcanza a un mentiroso que
a un cojo. Por sus obras los conoceréis, reza un añejo panfleto bíblico. La humanidad
sigue adelante. Salvar a la especie es hoy reto para la propia existencia. Para lograrlo es
menester atrapar a los mentirosos y pegarlos en una Web.

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